Con la copa alzada

Fui, como siempre creíamos que sería, una tonta, enceguecidad por sus propias mentiras, por una ilusión construida en base a retazos de felicidad. Fui, como debía ser en estos casos, una ilusa, creyendo que merecía aquello que otros llaman felicidad. 
Fui sofocante, al extremo de asustarme a mi misma con este cariño que se me iba de las manos, que me desbordaba el corazón, que te alejaba a cada latido, sin posibilidad de retorno. Es que para estas artes del amor, debe ser necesaria una cordura y entereza que no poseo, un equilibrio que la vida no me ha permitido construir, una paciencia que reta a mis instintos homicidas más profundos. 
Y te alejé sin más, decidi aferrarme únicamente a mi idea de libertad, me encarcele con mis alas para no volver a tí. Es lo que se me ocurre en estos casos, no puedo, no quiero, no tengo que dejar de creer que a veces los escapes son necesarios. Ahora, que me dicen, me cuentan, me sugieren y me piden que me aleje un poco de tí, no puedo más que entender que al amarte también tengo que aprender a renunciar a tí. Hoy, que la tristeza se acuerda de mí y viene a envolverme esa soledad un poco torpe que siempre me ha ayudado a sobrevivir, debo aceptar sin más quejas, sin más lágrimas, que a veces me condeno yo misma a retornar, a dar vueltas en este círculo, dibujado para no salirme de las líneas, para controlar cosas que no logro comprender. Me queda esta despedida, estos sueños juntos, ese único encuentro inesperado y esta ilusión medio boba que me hizo feliz. Te amo, te amé, te amaré.

Comentarios

Entradas populares