Quito

Cierro un poco los ojos, pero aún veo. Esa ciudad, allá afuera...esa ciudad que no tiene luces de navidad y que siempre logra ponerme un poco triste por su lluvia consecuente, eterna...esa ciudad está triste.
A mí no me engaña, la neblina del amanecer, el ruido sordo de los autos y las sirenas policiales la delatan...esta ciudad es medio infiel, medio terca, medio hermética...y un poco huraña.
Más allá está el mar, pero por lo pronto es sólo una promesa, una promesa azul-como en los cuentos- una promesa de arena suave, de olas que te golpean con suavidad, de un frío tenaz que te despierta con un sueño.
Pero acá, acá está esa soledad un poco pesada, ese silencio un poco incómodo, esas palabras un poco retóricas...esas teorías demasiado teóricas y esa salsa demasiado melódica.
Quito... está Quito y esta extraña que no lo sabe conocer, pero sabe que le teme.

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