Afrentas a mi ego

El hecho de lidiar con un responsable papanatas, no me hace una papanatas a mí, aunque a muchos les gustaría creerlo. Después de una abrupta llamada de atención que se volcó en contra de mi oponente, se me han atribuido demasiadas tareas y navego entre todo lo positivo y lo negativo.

De esta forma, la cuenta regresiva, de un mes y dos semanas se hace más latente, la rabia contenida estalla en pequeños actos de bruja resentida y debo reducir a su mínima expresión los gestos de autosuficiencia o soberbia que tanto odian de mí.

Nunca me han complacido menos las peleas, con tan poco por responder, estoy revisando la teoría del dejar hacer dejar pasar…

Observo y callo, que mediocre sumidero de injusticias…pienso…y otra vez miro con cierto aire condescendiente que pocos notan.

Últimamente las personas más inverosímiles se me hacen grandes héroes y ejemplos de vida…de repente alguien que puede rimar (y no con el patetismo de Arjona), que puede decir todo lo que se le venga en gana y encima escupir a la censura en la cara; se me hace un ser magnífico…alguien a quien podría considerar pedirle que me firme un autógrafo…alguna vez.

Y ante tanta porquería de superioridad mal encarada, las tácticas de evasión, son imprescindibles. Los audífonos son artículos de primera necesidad, las batallas mejor encaradas –en este caso- son las que niegan cualquier respuesta al adversario, cuando la letra y el ritmo de tu canción preferida de la semana, es superior a cualquier boludez externa.

Ahí tienes la intro-concentración…esa táctica de la adolescencia que debes desempolvar, cuando todo el mundo se concentra en tu cabeza y no importa qué carajos te están diciendo, el efecto de autómata mecánico se activa y asientes amablemente mientras comienzas a imaginar qué será lo próximo que escribas, cuál será la relación política entre Uzvequistán y Tanzania o quién será superior en el fútbol, si los malayos o los esperantistas…las posibilidades son infinitas…(en lo referente al fútbol y a la elección de temas).

Y mirá vos que estoy en eso de aprender a callar así sin más, sin chistar, como diría la profe de Kinder… no hagás bulla innecesaria…porque al final mis quejas, el mal humor y un dolor extraño en el pecho no cambia nada, todo sigue siendo la misma mierda; y ya no es queja es aceptación, mediocre, vana, triste aceptación, quizás no nací pa trabajar…y eso es todo…aunque como diría un amigo, podría parecer que estoy adaptándome a la máquina…nada más lejano, es sólo que ahora “la conozco de cerca” y eso me hace saberla y odiarla con motivos perfectamente aceptables, lógicos…razonables, como prefieran llamarlos…

No me importa un carajo, porque todavía puedo cantarla en escenarios….

Comentarios

Entradas populares