Rememoración

Es cierto todo lo dicho hasta hoy? cuántas veces intenté esconder entre palabras un significado inimaginable, oculto? La verdad, la verdad no existe más que como frasecilla de portavasos...*la verdad: supongo que es algo que cada uno se construye, se cuenta y se acepta…*Las mismas palabras falsean una única realidad entre aquello que uno dice y lo que el otro (nada ingenuamente) entiende.

No, no es una defensa tardía; es mi tediosa conclusión de largas noches observando las formas que adquieren las grietas del techo…*es que no había nada en la tv de hospital, ni un mal programa de dudosa calidad…*

Las ideas, los recuerdos, las frases que se queman, las historias que son imposibles de exiliar, entre los mismos errores, entre las caricias perdidas, los –nada- inocentes juegos nocturnos “el viejo truco de caminar por las sombras”, las letras de canciones mal cantadas y los grupos que nunca conocí; entre tanto error gramatical y el firme respaldo de la ignorancia; la mía, la tuya, la de todos *qué más daba, en ese momento, no conocer el nombre del vocalista del grupo neozelandés que se ganó el premio a mejor canción del año en el 78?*.

Los labios que adoptaron el rito de sangrar por las noches cuando no te besaba, me recuerdan que hace días estoy cansada de la rutina, la rutina de hacer todo al revés. Esa textura casi viscosa, infinitamente salada, me golpea con la noticia: estoy sola, la noche no importa, que vos, que ella, que todos estamos perdidos entre los desencuentros continuos del amanecer.*pobre ella sigue pensando en vos, qué carajos le hiciste?*

El frio de la mañana, las voces poco sutiles que golpean contra la puerta del cuarto, *mierda, esos dos cogen como conejos*…no hay más que hacer, el año empieza así; con ese ambiente de cantina paceña *y mirá que las conocés bien*, con la sensación de nadar entre el humo de los cigarrillos baratos, con dos o tres tipos abrazándose melancólicamente, la música de los kjarkas, la serenata de los pájaros que se están muriendo de hambre, las calles inundadas de sombras, las confesiones de la primera cita y esa mirada de tristeza porque se acaba la noche, se acaba el rito y otra vez los labios comienzan con la cantaleta…

No hay caso, el primer día -el último y todo el interludio- está plagado de nostalgias chiquitas que se suben al primer recuerdo barato que aparece. Las lágrimas de mi amiga -que no da más por el ron- me recuerdan que hay cosas que no cambian y otras; otras que nunca - nunca vuelven a ser iguales.

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