Té para 3 en tres meses 3

En Atacama existe una plaza, una plaza habitada por sombras, una plaza en la que retumban por los cuatro lados las melodías más tristes que te puedas imaginar. Hace un año en esa plaza; a las tres de la mañana –o tal vez antes- yo decidía vivir. Envuelta en notas roncas, con aroma a mar y con sabor a vino seco lo único que deseaba era llorar.

Todavía no sabía todo lo que esperaba al otro lado, no imaginaba en quién me convertiría y a quien llegaría a matar. Estaba yo, la sensación de caída permanente y las parodias saladas de un sentimiento; sin olvidar el vino; otra vez.

Miraba las sombras creadas por las luces amarillas, miraba las sombras que ya no se escondían en la inmensidad el mar, miraba los buques perdidos en la imaginación de algún escritor solitario. Lejos de mis amigas y amigos, me sentía poseída por la novedad del reclamo continuo. Ahí, con la mitad de mi inconsciencia me tumbé en uno de esos incómodos asientos de plaza y mirando la posibilidad de lo infinito, quise huir.

…Tres meses después, estaba haciendo las maletas, me abandonaba y sin un resquicio de culpa, decidía dejarlo. Tres meses y uno más yo caía en mi propia trampa y con absoluta seguridad lloraba por él, tú lo entendías –o intentabas hacerlo- y decidí servir la tercera taza. En ella traté de leerte la suerte y no lo permitiste. Preferías que no sepa lo que faltaba.

Así; de tres en tres, yo continuaba decidiendo el orden rotativo en el que nadie quedaba en paz. Ni los dibujos, ni las palabras que escribí pensando en ti, ni los colores que veía –únicamente- contigo; de todo eso no quedaba nada, verdad? Tres, aquellos tres meses que eran necesarios para entender que el té estaba servido, que pese a la perfecta disposición del juego, un poco de miel no bastaba.

La subida, la caída y el final; estaban señalados por ambos. Volvíamos a ser tres; volvía a verte partir, volví a verlo llegar, volví a verme sentada preguntándome…Tres meses más sirvieron para darme cuenta del siguiente error; con tanta necedad no había más que dejar todo claro; no funcionaba. Pero ya no quedaban dudas, ves lo lindo el asunto?, no podía arrepentirme, porque todo quedaba claro al fin, porque los colores de más y de menos me señalaban otro camino.

Ah, la tempestad de verte perdido, del odio, de tus reclamos, sólo confirmaba la sentencia. Las palabras que agradezco son aquellas que nadie dijo, son las que huyeron por no saber qué decir, por la danza loca del cronopio que había vuelto. Yo con el guión perfecto para seguir equivocándome; esta vez con gusto…sin talveces, sin posibilidades, sin disculpas; con más danzas de fox trot, con más tap, con más música inapropiada y con la libertad del error, con la recuperación de esos garabatos personales, esos cuentos que nunca fueron cuentos y que por mucho tiempo me permitieron ver desde lejos lo que sucedía.

Ahora con la súplica de una implosión emocional entiendo que los poemas rusos, croatas, noruegos y japoneses no son suficientes. La mesa de tres se hundió entre las lágrimas que alguna vez prometí no liberar y que prometo respetar desde hoy. Alicia ya no comparte las tardes con el sombrerero y el conejo loco, el primer viaje poco a poco termina. La miel no bastaba; pero mis excusas tampoco, ¿bonitos cadáveres?, sólo un argumento: uno nuevo, pero esta vez sin drogas.

Comentarios

Mario ha dicho que…
te sigo en twitter.

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