Tras las huellas de un crítico


El esbozo de una radiografía dactilar


Conocerlo es el camino a admirarlo. Hablar con el es el camino a quererlo, pero conversar sobre música con él es el camino a aceptar que nunca supimos nada de nada.

Sacando la lupa

Imágenes de una plazuela a una hora incierta
en la que las motos pasan cada seis o siete minutos,
parejas cobijadas por las sombras, personas que
miran a ninguna parte. Él y yo sentados en una
banca de cemento, alumbrados por un farol antiguo.

Él; Luís Rodríguez -Lucho para los amigos-
escritor de la Ramona, Guionista de comics
que aparecen en el “Chulupi rrrojo”, uno de los
conductores del programa “La música que todos escuchan”, uno de los creadores del blog “Diseccionando a la musa” y… el enemigo de todos los estudiantes de La Fábrica que no saben aceptar una crítica.

Me dedico a escucharlo, es necesario saber que cuando escuchó por primera vez Radiohead, dijo “Puta, no…” y empezó a revolver los vinilos de su madre.

Huellas genéticas

La vida de sus papás se bifurca en polos opuestos. Su madre; psicoanalista con retazos de un pasado hippie y su padre, quien viajó a Puerto Rico con el propósito de enlistarse en la guerra de Vietnam. Más explicaciones serían innecesarias, ¿verdad?

Por otra parte, es la mitad de un dúo que tiene el mismo nombre que el grupo argentino de finales de los 80`s: “Los Rodríguez”. Su hermano es un compañero, un cómplice y un amigo. Sabe tanto como él de música, cine y literatura. Los diferencia el estilo pero comparten el sentimiento.
También el camino con su hermano se dividió. Ambos salieron del Colegio Don Bosco. Javier terminó sus estudios en el San Agustín, mientras Lucho “aterrizó” en el Ceivo, llegando a ser el tercero de su curso asistiendo a clases dos veces a la semana.

“Vivía literalmente emputado”, hasta que su amistad con Pablo Barriga lo llevó a pasar noches en una terraza, tomando whisky y escuchando blues. Lo que antecedió el viaje a Argentina, su auto-descubrimiento. El tour que inició con Dylan, Iggy Pop, Lynynd Skynynd, los Stones, Velvet Underground y finalizó con The Clash y Masacre.

La entrada a la Universidad terminó por “desviar” el rumbo. En una semana se publicó en la Ramona una entrevista que le hizo al “Grillo Villegas”, asistió a su primera fiesta universitaria y vivió uno de los primeros encontrones con los alumnos de La Fábrica, además de recibir una propuesta para tener un programa en la radio. Más información en la emisión nocturna…

Huellas Radiales

La idea de “La música que todos escuchan”
surge a partir de un programa temático
que tenía Bob Dylan: “Time Radio Hour”.

Llego esquivando a las personas. En cinco minutos más los Rodríguez saldrán al aire para presentar su programa radial y yo estoy a unos minutos de llegar tarde.

18:58…
Dónde estás?
En la puerta de Farmacorp
Ah! Bueno, ya me lanzó a buscarte…

Lo imagino en un concierto de Velvet Underground frente a un público alborotado, lanzándose para pasar sobre todos…Se acerca y me saluda mientras balanceo el café que quema mi mano. Entramos a la Terminal, compra una caja de mentas y subimos casi corriendo. En la cabina de grabación, Javier está dando inicio al programa, Lucho se sienta y explica la temática para ese programa, el título es: “El otro fuego”.
Comienzan con una canción de REM, “The One I Love”:

This one goes out to the one I love
This one goes out to the one I´ve left behind
A simple prop to occupy my time
This one goes out to the one I love…

Mientras la letra envuelve la habitación, hablamos sobre Sucre, los boliches, las bandas y la relación que tienen con los músicos. “Ahora son ellos los que nos buscan cuando llegan”. Recuerda el caso del Grillo Villegas, “antes no aceptaba firmar un disco y unos meses después empieza a escribirnos y nos avisa cuando tiene tocadas…”.

Durante una hora escucho retrocesos y avances en el tiempo: Intoxicados, The Doors, Boss, Iron Butterfly, Meat Puppets, Andres Calamaro, Jimmy Hendrix, Frank Zappa, Jerry Lewis, para terminar con Charly García. Una serie de líneas rítmicas, estrepitosas, melódicas, con vertiginosos descensos y ascensos hipnotizantes

Por mucho que vemos el reloj, “El tiempo no para” y el programa debe terminar. Hace unos meses todavía pasaban la despedida de la emisora antes de empezar el programa.
Al cabo de 45 fines de semana “Los Rodríguez” se abrieron lugar en una radio con esquemas tradicionalistas, ahora, incluso pasan un programa de Rock después del suyo.
Al irnos escuchamos la primera canción, es una de Soda Estereo, todo cambia.

Nos despedimos en la Av. Ayacucho, después de cerrar un negocio sobre música y acordar una cita para el día siguiente. Todavía quedan muchas huellas que seguir…

Huellas Indelebles

Al acabar el programa pregunté a los Rodríguez por el Ranking de sus diez discos favoritos y la Santísima Trinidad de veneración personal. Al principio la lista es una propuesta, luego, es un reto.

Al día siguiente, mientras caminamos, Lucho me confiesa que la tarea no los dejó dormir. Entiendo y me siento algo culpable, elegir únicamente diez discos entre los cientos que conocen tiene que ser una labor de separación minuciosa y complicada.

Llegamos al boliche elegido, le echamos una ojeada al menú y lo cerramos al mismo tiempo.

Una chela (Huari; obviamente) y un expreso doble.

Comienza a explicarme las dos listas que me pasa. La que está en computadora es la lista de Javier y la suya está escrita en una hoja del cuaderno que nunca compró.

Los diez de Javier[1]

Bob Dylan: “Blood on the tracks”.
Neil Young: “Harvest”.
David Bowie: “Low”.
Mahavishnu Orchestra: “Birds on fire”.
The Velvet Undergroud & Nico:
“The Velvet Undergroud & Nico”.
This heat: “Deceit”.
The Flying Burrito Brothers:
“The Gilded Palace of Sin”.
Bruce Springsteen: “Born to run”.
Sonic Youth:
“SYR4: Goodbye 20 century”.
Serge Gainsbourg:
“Historie de Melody Nelson”.
Los diez de Lucho
(de entre 50)
Sumo: “Corpiños en la madrugada”.
Masacre: “12 nuevas patologías”.
Billy Bond y la Pesada: “Volumen 1”.
Cat Power: “The greatest”.
The Dream Syndicate: “Day of wine and roses”.
Hendrix: “Blues”, “Lady land” y “Experienced”.
Invisible: “Jardín de los presentes”.
Los redondos: “gulp”, “oktubre”.
Los Ramones[2]:
Miles Davis: “kind of blue”.



La lista de Javier tiene una explicación sobre sus elecciones “Quizás ni con 50 llegaríamos a estar satisfechos”, la lista de Lucho dice lo mismo a su manera, los 50 álbumes están escritos y ya.
En la Trinidad que arma Javier, Bob Dylan es dios, Jimmy Hendrix el espíritu santo y el hombre es Gil Evans. En la nada santísima trinidad de Lucho dios es Keith Richards, el espíritu santo es Jaco Pastorus y el hombre es Ian Curtis, quien comparte un espacio con Lou Reed.

¿Sabes cómo murió Jaco Pastorus?.
Se larga a un concierto de Santana y
empieza a gritarle que es una mierda,
los guardias lo sacan y lo golpean.
Así se muere el mejor bajista del mundo:
con un derrame cerebral.

Esos son los ídolos internacionales, cuando hablamos sobre música nacional la conversación se estanca. Decidimos dejarlo para el final…

Huellas en el césped

Cambiamos de tema radicalmente, el fútbol entra en escena. Es una pasión que forma parte de la línea que podría resumir su vida: Música-Literatura-Cine y Fútbol. Anécdotas hay por montones, el fútbol es una coreografía que se llena de amor, rencor, odio y excitación.

Él jugaba en la cancha de Cala Cala que está cerca de su casa, con mecánicos, albañiles, chóferes, de todo. Nunca estuvo de acuerdo con la postura de Borges sobre el fútbol y detesta a quienes lo clasifican como un deporte vulgar: “Los roces, son lo de menos, la cuestión es jugar, yo desconfío de alguien a quien no le guste el fútbol”.

Dato innecesario, tomando en cuenta que lo último que escribió re-afirma que Maradona es dios. Las palabras no bastan, toma un poco de chela y trata de contar, de transmitir, de explicar, pero todavía con oraciones en-tre-cor-ta-das levanta la vista, sonríe y se disculpa…

Mejor te lo envío esta noche.

Al final me frustra saber que el domingo, en la Ramona, no publican su artículo. El espacio está destinado a una descripción detallada de los personajes de una serie que se incrimina a sí misma: “Lost”.

Ahora él saca la pipa y la lupa

La conversación se mueve desde la religión, pasando por las caricaturas infantiles hasta el rock nacional. Sin ningún tipo de ironía, por supuesto.

Empiezan las críticas, la necesidad de un Sgt. Peppers nacional se hace evidente.
El manifiesto: “Que los músicos experimenten, que dejen de jugar a lo seguro”, lo miro y pregunto inexpresivamente si realmente cree que hay músicos bolivianos. Menciona a Clímax y Wara, “aunque no hicieron lo que podrían haber hecho”.

Ser músico es algo serio…se necesita compromiso.

Cuando hablamos de la música en Cochabamba no puede evitar culpar a Jade y H3O por establecer un modelo que, ahora, es adoptado por grupos como A pie y el camaleónico Mamut.

Escuchar ese tipo de música es retroceder a los
acordes simples y las letras boludas. Porque lo
que quieren es plata y así se consigue.

El maldito dinero graba cd´s y alimenta ciertos parámetros musicales, pero cree que el camino tampoco está en el lado punk que juzga que todo es una pose. La idea es una banda que convoque a todos, “como los Redondos”, un grupo que se dedique a la música, que la viva…

Este caso no se cierra
En la vida de un crítico las calumnias y las envidias forman parte de la rutina. Las huellas me llevan a descubrir uno o dos asesinatos con culpables identificados, pero creo que hay una ficha, una esperanza. Después de todo, uno de Los Rodríguez quiere ser músico...
[1] En “desorden aparente”
[2] Cualquiera de los Ramones está bien.

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