While my guitar gentle weeps o el Por qué siempre vuelvo

En el mix de música que mantiene mi vida, esta es una de esas canciones que me transporta, que duele y que resucita algo, algo que creía debía esperar…

El jueves, viendo la foto de los Beatles (la época de Abbey Road), en ese boliche tan acertadamente llamado Liverpool, volví a enamorarme de George Harrison. Y entendí que nadie podría ser lo que espero, porque él ya lo era.

Es ese tipo de certeza melancólica que envuelve a las personas que saben que no nacieron en la época correcta. Es la tristeza infinita de alguien que sabe que espera en vano, en un sin-sentido propio de seres que han aprendido a amar la soledad.

John Lennon era el ídolo, Paul McCartney era la esencia pop y Ringo Starr era la mascota del grupo. Por otro lado y -casi al margen- George Harrison era una irrealidad triste.

Cuando los Beatles se separaron George grabó el álbum triple All Things Must Pass. Álbum que parece necesario cuando las cosas van mal. Fue el primero en organizar un festival como Bangladesh, un festival de lo que llamaríamos esperanza.

El cuarto miembro de una familia británica y “normal”, se convirtió en el Beatle callado, el George Harrison de la cara apacible, el místico y –finalmente- el estereotipo de mi vida, el ideal que alguna vez soñé que merecería.

Escuchar While my guitar en un día triste es como ver el rostro de Eleanor Rigby un martes lluvioso en la tarde. Nunca entiendes el significado real, pero te duele sentir y más cuando es esa mezcla Trilce y certera.

Mientras termino estas líneas, realizo el recuento de las tres o cuatro veces que escuche esa canción hoy. Es posible que haya sido de manera “accidental” o como una casualidad real, pero siempre consigue hacerme pensar en los sentimientos que nadie me enseñó a comprender. Quizás es la nostalgia que necesito para seguir.

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