Una milonga por favor…

Sí yo pedí una más, cualquier tango habría sonado fuera de lugar. Era tan estúpido…pero no podía evitarlo, ese momento necesitaba música contrastante.

Quería sentirme mal y para eso todos los demás debían estar pasando el mejor momento de sus vidas, ahora que lo pienso suena patético.

Estaba en la barra, como siempre, terminando mi última botella de vino, con los ojos rojos y sintiéndome la mujer más horrible de aquél pueblo. Habría pedido un trago más pero ya no tenía dinero, además sentía nauseas.

No deseaba volver a la casa de mis tíos, la verdad es que temía que al dormir los vestigios de la noche anterior - que me habían perseguido todo el día- volvieran con más fuerza. Me aterrorizaba sentirlos, bastaba que cierre un poco los ojos para recordar algún roce y de repente un estremecimiento…otra vez los mareos.

Intentaba mirar para el techo todo el tiempo, así podía evitarme la molesta tarea de secar mis lágrimas y dejar un rastro de tristeza mientras miraba con desesperación la botella que se vaciaba rápidamente.

Hace un mes, yo había prometido cambiar. Ahora estaba nuevamente con las lagunas mentales provocadas por una noche de tragos baratos, parecía que no había nada que decir.

El cantinero habló un poco conmigo, creo que entendía y por eso prefería dejarme tranquila y sola, en el placer de regocijarme con mi propia conmiseración.

La bebida era insuficiente y el cigarrillo sabía a cartón mojado de algún mercado de pulgas. Miré alrededor, supuse que el escote podría conseguir al menos un cigarrillo gratis, pero no encontré a nadie cerca. Realmente era un pueblo, moría a las dos de la mañana. Ya debía irme.

Y la milonga?, volví a preguntar…un tipo de enormes ojos marrones que acababa de sentarse a mi lado contestó que la milonga era yo, que no necesitaba escuchar una.

- Tus ojos están perdidos, en medio de secretos enlazados, una y otra vez cruzados, olvidados…pero latentes
- y sí, eso se logra intentando no hacerse lío con cosas que duelen
- Es que vos te haces lío, pero nunca lo contás…o nunca lo admitís
- Puede ser cierto, pero ¿por qué te lo diría a vos?, al primer desconocido que llega?.
- Porque lo necesitás

Lo necesitaba pero no podía decirlo, tomé un poco más de vino, el último trago, me supo a una noche tristemente célebre, me paré e intenté irme, pero él me sujetó el brazo

- Milonga, tu todavía no te vas, yo te llevo
- Si yo me paro y decido irme es porque me voy y ni vos ni nadie me va a detener, entendés?
- No, pero vamos de una vez
Claro, tenía que aparentar que no me asustaba, que la fuerte era yo, pero no sentía el menor deseo de un papel dramático, esa noche. Me dejé conducir sin decir nada, cuando llegué a la casa, él me miró y se despidió.
- Ya sé donde vivís milonga, no te preocupes mañana paso por ti….
- No estaré
- Sabés bien que sí, adiós.


Cerré la puerta, miré otra vez hacia el techo y fui para mi cuarto, necesitaba un lápiz y muchas hojas…

Comentarios

NiCo ha dicho que…
y pq esa necesidad d sentir tristeza?
Ny ha dicho que…
Supongo que era para no sentir más culpa.

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