Ayer
Ayer mi hermana me regaló un corazón. El mio, una y mil veces quebrado, había cedido al remordimiento del tiempo.
Nos encontramos en el nacimiento de un atardecer, con lágrimas cortadas y en medio de un tumulto de personas felices; estábamos solas.
Debía contarme los últimos acontecimientos de nuestra vida, ella y yo necesitábamos llorar las penas de los destiempos y los paralelismos infiltrados.
Recordé la primera vez que intentamos el curioso acto de la sinceridad, no terminó. Esta vez logramos romper algunos cristales, está vez nos encontramos...
Nos encontramos en el nacimiento de un atardecer, con lágrimas cortadas y en medio de un tumulto de personas felices; estábamos solas.
Debía contarme los últimos acontecimientos de nuestra vida, ella y yo necesitábamos llorar las penas de los destiempos y los paralelismos infiltrados.
Recordé la primera vez que intentamos el curioso acto de la sinceridad, no terminó. Esta vez logramos romper algunos cristales, está vez nos encontramos...
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