En un pequeño pueblo del cual no quiero recordar el nombre, vivía un cronopio chiquito, el más chiquito de todos los cronopios de ese lado del mundo (ese lado del mundo pq si empiezo a describirlo me acuerdo del lugar y todo se pudre)...

Ese pequeño cronopio leía mucho y -como todos se lo advirtieron- terminó volviéndose loco, pero loco en serio, mezclaba diálogos, representaba papeles y adoptaba posturas, cada día era un rol diferente, desde un triste Caballero que montaba una mula torba hasta un macilento General que esperaba algo (ya no se sabía qué). El pobre cronopito confundía todo y las neuronas- como sucede en estos casos- se le fundieron...la única salida que su familia encontró para que el cronopito viva sin complicaciones fue mandarlo a vivir a otro pueblito que -ni modo- hay que decir el nombre; Cochabamba...y es el mismo cronopito con las neuronas fundidas el que escribe este blog...

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